A veces me preguntan qué es el conocimiento. Y yo les digo, el auténtico conocimiento no está en las enciclopedias, sino que va mucho más allá de las palabras escritas en los libros. El conocimiento es experiencia vital. Experimentamos resfriados, fiebres, calor, frio, suavidad, aspereza… amabilidad, enemistad, amistad, amor, desagrado, placer sexual…

 

El conocimiento forma un todo integrado con el conocedor y lo conocido. La percepción es uno con el perceptor y lo percibido. Al igual que la búsqueda se funde con el buscador y lo buscado.

 

Los tres elementos: la experiencia, el experimentador y lo experimentado, no pueden ser separados unos de otros sin que se produzca la desaparición del trino unitario de la existencia.

 

El perceptor de conocimiento (el experimentador) y el conocimiento percibido (la realidad) son dos eternas manifestaciones de la percepción (consciencia)

 

¿Cómo se alcanza el conocimiento de la realidad objetiva? ¿Cómo se consigue percibir la realidad esencial de las cosas?

 

Lo que viene a continuación es de vital importancia. Si realmente deseas alcanzar el conocimiento, debes esforzarte en limpiar y calibrar adecuadamente el instrumento que percibe la realidad: la mente. Debes remover las limitaciones que impiden que tu percepción de la realidad sea clara, directa.

 

La mente debe ser depurada e iluminada por la luz del espíritu. Solo entonces, con una mente clara, es posible acceder a la experiencia directa objetiva que percibe la realidad esencial tal y como es, sin las ilusiones y espejismos generados por la mente egoica.