El discípulo suele preguntarse sobre cómo alcanzar la maestría en su vida. Esto es el conocimiento vivo, el que no está escrito en los libros.

 

La respuesta se encuentra en la capacidad que tengas para armonizar la dualidad en cada circunstancia de tu existencia, es decir la capacidad para integrar los polos o fases de diferente signo o cualidades opuestas.

 

El universo y por ende la existencia es dual, estando siempre en movimiento y en permanente cambio, por lo que adoptar posiciones fijas y rígidas en las que se suprime uno de los dos polos de la dualidad, por lo general el que resulta desagradable, produce que el otro polo se cargue en exceso. Esto generará, tarde o temprano, una situación de fuerte desequilibrio que se manifestará en situaciones de desarmonía.

 

El occidental confunde la fortaleza con la rigidez. La caña de bambú o el junco sobreviven doblegándose al viento, mientras que la rigidez del pino hace que se quiebre ante un viento fuerte. Las personas más felices mantienen una sinergia equilibrada entre ambas polaridades.

 

La rigidez e inflexibilidad propicia dogmas y prejuicios, lo que te obliga a aferrarte a cosas que la mente presenta como ciertas o necesarias, apartándote de la realidad de la existencia, del aquí y del ahora.

 

Todo esto te coloca en una situación de tensión que termina por hacerte perder el equilibrio. Es como tener un pie en tierra y otro en la barca cuando esta empieza a moverse, separándose del embarcadero. El equilibrio se hace imposible. Así suele desarrollarse la vida de la inmensa mayoría de las personas.

 

Por otro lado, el exceso de flexibilidad o fluidez también genera una situación de ingobernabilidad. El fluir sin haber desarrollado un centro de gravedad que te permita mantener el equilibrio, pese a los vaivenes del viento, genera una situación de total ausencia de tensión lo que inevitablemente conllevará a que el barco navegue a la deriva. Es otra situación de extremo desequilibrio que se produce como consecuencia de cargar excesivamente el peso sobre uno de los polos o fases.

 

El equilibrio entre las diferentes polaridades y la capacidad para surfear en base a ellas es de vital importancia.

 

Si en una relación de pareja uno de los dos es excesivamente dominador y el otro excesivamente pasivo, se generará una fuerte tensión que se resuelve, tarde o temprano, con una separación.

 

De igual forma, unos padres demasiado absorbentes o posesivos producirán separación.

 

Cuando la medicina hace desaparecer los síntomas, olvidándose de las causas, estas tenderán a agravarse.

 

Si rechazas las dificultades en tu vida y te quedas solo con las facilidades y el placer, te convertirás en enclenque y débil lo que al final generará dificultades en tu existencia. Si por el contrario rechazas el placer y buscas en exceso las dificultades, te harás más fuerte hasta el extremo de convertirte en rígido lo que producirá intransigencia y dureza extrema.

 

La llamada revolución sanitaria, que incluyó desde alcantarillado hasta agua potable en las casas, y el redescubrimiento de los antibióticos, son avances que han salvado cientos de miles de vidas  . Pero la sociedad al llevar más allá dicha revolución sanitaria ha cargado en exceso uno de los dos polos de la ecuación y el resultado produce desequilibrio.

 

El sistema inmune evolucionó junto a microbios y bacterias, y un entorno estéril no le permite desarrollarse. Si tu sistema inmune no tiene desafios a los que enfrentarse, se atrofia.

 

A medida que avanza  la higiene, se elevan también las enfermedades causadas por un mal funcionamiento del sistema inmunitario, como asma, rinitis alérgica, trastornos autoinmunes e incluso cáncer.

 

El ser humano, debido a su dualidad mental, sufre la incapacidad para armonizar los opuestos. Tiende a saturarse hasta la borrachera y pérdida de control en todos los aspectos de la existencia.

 

Si te focalizas en exceso en el alcohol, la droga, el sexo, el dinero, el arroz integral, los dulces, la televisión, etc…terminarás saturado, empachado y alterado.

 

Si por el contrario, llevas una vida de retiramiento de todo o prácticas una excesiva limpieza y orden en tu vida, entonces llegarás a una anemia vital, tu sistema inmunitario se debilitará y te convertirás en miedoso y débil. En ambos casos la situación es de desequilibrio por no armonizar la dualidad.

 

Si un instructor o maestro espiritual es demasiado complaciente con sus alumnos y se amolda a sus debilidades para que se sientan cómodos y permanezcan en su zona de confort, basando sus enseñanzas en métodos fáciles que no generen esfuerzo y desarrollo de la voluntad, aumentará la debilidad de sus alumnos, aunque sin duda pueda tener muchos.

 

Por el contrario, si practica una enseñanza que alterne la zanahoria y el palo, la flexibilidad pero que invite al esfuerzo, fomentando situaciones de estrés controlado para que los alumnos aprendan de sus propias incoherencias, este maestro no tendrá la clase llena, pero estará fomentando el desarrollo de la consciencia de sus discípulos y disfrutará de satisfacción interna por el trabajo realizado.

 

La dominación excesiva de una polaridad sobre la otra, produce distorsión y desequilibrio.

 

Cada cosa hay que buscarla en su opuesta. El equilibrio se encuentra en las situaciones desequilibrantes. Los equilibristas circenses se entrenan sobre la cuerda floja, sobre una barca, donde rompen las olas… Tu gran campo de entrenamiento es la vida.

 

En un universo eternamente cambiante, la felicidad se alcanza gracias al sabio equilibrio de los opuestos, integrando la dualidad en cada situación de la vida, cambiando tu posición como observador al ritmo de los cambios que se producen en tu existencia, surfeando al ritmo de las olas…

 

El agua no tiene forma, pero puede adoptar cualquiera. Si la viertes en un tarro cuadrado, adoptará la forma del cuadrado. Si la viertes en un tarro ovalado, adoptará la forma del óvalo.

 

El agua puede ser dura o puede ser suave.

 

El agua puede fluir con suavidad y puede golpear con dureza.

 

Vacía tu mente y libérate de las formas.

 

Fluye en la vida, adoptando formas siempre cambiantes, dependiendo de la situación.

Jesús Cediel Monasterio