Si algo tienen en común todas las ARTES MARCIALES, ya hablemos de Karate Do, Judo, Aikido, Kyudo u otras, eso es sin duda alguna el intento objetivo de dominar el Ki.

El Ki japonés ha recibido muchos nombres y denominaciones diferentes a lo largo de la Historia dependiendo de la época y del lugar. Pero cualquiera que sea el vocablo que lo define: el «prana» hindú, el «chi» chino, el «orgón» de Reich o la «fuerza etérica» de los ocultistas, el principio que representa es universalmente el mismo y ha permanecido inalterable con el devenir de los siglos.

Entonces, ¿Qué es el Ki?

Lo entenderemos fácilmente con un sencillo ejemplo. La diferencia que existe entre el cuerpo físico de una persona viva y el de una recién fallecida es que el primero tiene Ki y el segundo no. Así de sencillo, como todas las grandes verdades.

La filosofía budista, aunque no es la única, nos habla de la existencia de un tipo de energía vital que lo impregna todo y ante la cual el hombre no iba a ser una excepción como parte más de la Naturaleza que es. Esta energía que en el caso concreto del hombre es condensada en la forma de envoltorio bioeléctrico definiendo su cuerpo vital , es susceptible de ser medida con los medios técnicos adecuados como la camara Kirlian u otros detectores de campos de partículas de alta frecuencia, es lo que llamamos Ki.

Por medio de las artes marciales el BUDOKA (prácticamente del BUDO o vía marcial) busca el dominio y el control de esta energía a través de variados métodos y disciplinas, y si es necesario puede exteriorizarla en la lucha por medio del grito o KIAI, aunque éste no sea el objetivo primordial sino una consecuencia de todo el desarrollo de budoka y una enseñanza menor si la comparamos con la totalidad.

Aunque su aplicación a la guerra se pierde en el origen de las primeras Órdenes Esotéricas y Escuelas Iniciáticas del planeta, su adaptación a las artes marciales orientales nos hace remontarnos a las prácticas del budismo esotérico (Mikkyo) llevadas de China al Japón por el maestro Kukay. Esta práctica, tomada del VAJRAYANA YOGA  se sigue impartiendo hoy en día en algunos monasterios japoneses bajo la mirada atenta de la secta Shingon-Shu fundada por él.

La práctica esotérica de los seguidores de Kukay y de otros, se fundamenta en el simbolismo del triángulo como forma perfecta para la activación de la creación mental, base de la creación física.

PALABRA (SONIDO)

                               /               \

                            /     VOLUNTAD      \

                 ACCIÓN —————— PENSAMIENTO

Para ello, los monjes-budokas son instruidos en el conocimiento de las antiguas técnicas respiratorias del PRANAYANA hindú (Prana= energía cósmica, Ki; Ayama= controlar, dominar). Como los grandes maestros del budo enseñan, el Ki se encuentra por todas partes pero se  halla en un grado muy superior en el aire que respiramos y, según ellos, es posible almacenarlo, controlarlo y dirigirlo a voluntad a través de la práctica de determinados métodos respiratorios.

Dentro del programa de enseñanzas destinado a la consecución del despertar del Bodhisattava (iniciado o Buda viviente) nos encontramos con técnicas de visualización activa y de contemplación del MANDALA. Los mandalas son un alfabeto de imágenes especialmente diseñado para la comunicación del consciente con el subconsciente y superar de esta manera las barreras que separan la consciencia ordinaria de los estados psíquicos que trascienden el pensamiento lógico.

Otra de las muchas enseñanzas que los monjes aprenden es la utilización y correcta pronunciación y entonación de las «sagradas palabras de poder» o MANTRAS, al mismo tiempo que efectúan unos determinados gestos mágico-simbólicos con las manos (parecidísimos en muchos casos a los signos usados para reconocerse los miembros de los gangs juveniles de las grandes ciudades norteamericanas) y que reciben el nombre de MUDRAS o KUJI-KIRI.

Mención aparte requerirían los ejercicios de combates imaginarios contra todo tipo de adversarios realizados por los ninjas, así como sus especiales conocimientos en materia de HIPNOSIS o SOFROLOGÍA.

De esta manera, mediante la correcta combinación de todas estas técnicas  y a través de un largo proceso ascético, el budoka neófito logra el despertar de la KUNDALINI (energía serpentina) en la base sacra y su posterior ascensión por los siete CHAKRAS, recorriendo así los diferentes umbrales de la iniciación con el consecuente desarrollo de las glándulas endocrinas, y desembocando en una forma de liberación más allá de toda ligadura física, mental y emocional.

Irán apareciendo los llamados poderes extraordinarios de los cuales la literatura es tan prodiga en ejemplos. Podemos hacer referencia a un tal EN-NO-GYOJA que cuentan fue encarcelado y acusado de brujo, aunque este confinamiento en el monte Fuji no impedia que asistiese a sesiones de entrenamiento con sus alumnos. Esta capacidad, conocida en los círculos esotéricos como PROYECCIÓN ASTRAL,  consiste en la exteriorización de la consciencia en algún lugar deseado mientras que el cuerpo físico permanece en una especie de sueño letárgico.

Otras historias hacen referencia a increíbles proezas físicas y mentales por parte de los ninjas japoneses. Con ello nos referimos a esos relatos que hablan acerca de individuos que caminan sobre las aguas, o que son capaces de alcanzar velocidades muy superiores a las permitidas a un ser humano por limitación natural, y muchos más.

Pero dejando a un lado estas historias de florecimiento de poderes extrasensoriales, lo que el budoka busca por encima de todo es el SATORI, o estado de iluminación o comunión final.

Por último, voy a hablar en breve y a modo de epílogo de las «formas» en las artes marciales (Katas, Pumses, etc.).

Las llamadas «formas», como todos vosotros sabéis, son una serie de movimientos ordenados en el espacio y en el tiempo siendo ésta la representación de un combate de ejecutante contra adversarios imaginarios. Estos movimientos poseen una relación directa de parentesco con la práctica esotérica de las RUNAS orientales y nórdicas, que han sido y siguen siendo practicadas en la actualidad por ciertas órdenes secretas como pueden ser los gnósticos, masones y otros. Estas runas, entre muchos otros usos, son utilizadas por el adepto en combinación con técnicas respiratorias y de vocalización de mantras para la obtención y almacenamiento de Ki así como para su utilización con fines muy precisos. Hoy en día, estos movimientos que llamamos «formas» comienzan a variarse y a hacer todo tipo de cambios en ellos por parte de los seguidores de una u otra escuela y que carecen de la más elemental formación esotérica al respecto. Con estos cambios quizás se consiga una mayor vistosidad de las técnicas ejecutadas, pero se olvidan que la finalidad original de los katas, etc., no era solo la perfección técnica, aunque esta sea importante, sino el desarrollo y la abertura de ciertos canales energéticos del individuo a través de la ejecución de determinadas posturas, angulaciones y movimientos, como sucede en el YOGA.

Sería interesante ahondar más en la relación existente entre las «formas» marciales y las «runas» orientales, pero no hay tiempo ni espacio en un artículo de esta naturaleza, ya que para hacer justicia cada uno de los temas tratados deberían ser objeto no de un artículo sino de un libro como mínimo. Personalmente me conformaría con que la lectura de éste sirviese, al menos para despertar alguna inquietud en los practicantes de artes marciales  y para que de ahora en adelante no se escucharan tantas tonterías cuando se hable del DO.

Autor: Jesús Cediel Monasterio

Publicado: SENSEI nº 4 Año 1989