La palabra “tabú” se utiliza para designar temas o conductas contrarias a la norma moral predominante.

El ser humano tiene tabús.

Y no se habla con normalidad sobre los temas tabús.

Por eso en las sociedades occidentales no se habla sobre el sexo y la muerte.

No se ha hecho durante siglos.

Y cuando alguien lo hace, sientes como si todo se removiera en tu interior

El ser humano siente miedo ante el sexo y la muerte

Tanto miedo que ni siquiera se atreve a llamar a las cosas por su nombre.

En vez de decir “vamos a hacer sexo” necesita blanquear su conciencia moral y dice “vamos a hacer el amor”.   Cuando un hombre y una mujer salen juntos o se casan dicen “salimos juntos porque nos amamos”, cuando en realidad lo hacen por atracción sexual.

La moral predominante hace que hombres y mujeres que desean practicar su sexualidad tengan que somatizar enamoramientos fingidos. Se engañan a si mismos.

Así cuando se acaba la atracción sexual se acaba el amor. Y vuelta a empezar.

Sexo y amor pueden ir unidos pero no es una relación que vaya necesariamente conjunta.

Lo mismo sucede con la muerte.

Aunque todos sabemos que vamos a morir. Es un tema del que preferimos no hablar. Nadie quiere enfrentarse a el tema.

Por el sexo naces y desde el momento en que naces caminas hacia la muerte. Al igual que desde el mismo momento en que mueres te acercas a la vida.

El sexo es la vida reconociéndose a si misma pero cuando haces sexo y llegas al orgasmo mueres.

Sexo y muerte son las dos caras de una misma moneda, de la dualidad serpentina siempre cambiante que se enrosca sobre si misma.

El ser humano percibe de manera inconsciente la profunda relación que existe entre el sexo, la vida y la muerte.

La muerte no puede existir sin la vida, es decir sin sexo, tal y como el nacimiento no puede existir sin la muerte, es decir sin sexo.